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Jesucristo nunca cambia: es el mismo ayer, hoy y siempre. Por eso, no hagan caso de enseñanzas extrañas, que no tienen nada que ver con lo que Jesucristo nos enseñó. Esas reglas acerca de lo que se debe comer, y de lo que no se debe comer, nunca han ayudado a nadie. Es mejor que nos dé fuerzas el amor de Dios.

10 Los sacerdotes del antiguo lugar de culto no tienen derecho a comer de lo que hay en nuestro altar.

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